Esta técnica se puede considerar como la mejor ejemplificación de la cocina molecular. Lo que más caracteriza es que antes de formar el plato final se cocinan por separado todos los ingredientes a emplear y después de esto se depositan todos los ingredientes para así hacer la combinación final.
Con esta técnica se obtienen nuevas texturas, vistas y temperaturas para los ingredientes de la receta y se logra potenciar su sabor original, esto lleva a que la experiencia degustativa sea más atractiva. Sin embargo, cabe resaltar que una consecuencia es que los comensales no podrán apreciarlo visualmente como tal por que no la podrán reconocer fácilmente, a diferencia de los chef o personas que sepan de este tipo de cocina.